Monumental muestra de fe y única tradición en Casabindo

Honras a la Virgen de la Asunción con samilantes, cuarteadas y Toreo de la Vincha.

Como suele suceder año tras año, Casabindo reunió a centenares de puneños y visitantes para rendir tributo a la Patrona de esa histórica localidad, la Virgen de la Asunción, en una profunda muestra de devoción cristiana, como así también con su rica tradición ancestral andina.

Así que es que en una jornada agradable por el clima, se desarrolló la misa central en horas de la mañana en la antigua Iglesia, tras lo cual se llevó a cabo la procesión por las calles del pueblo, con presencia de autoridades provinciales y municipales de la zona, mientras los samilantes danzaban al compás de las bandas de sikuris y de sus cascabeles. No muy distantes, comunidades originarias llevaban cabo las cuarteadas de cordero, en medio del canto de coplas y el sonido de los erkes.

Y el Toreo de la Vincha, parte principal, que es una ceremonia única en su tipo, declarada Patrimonio Cultural de la Provincia de Jujuy. A diferencia de las corridas de toros, aquí los toreros no buscan lastimar al animal, sino arrebatarle la vincha que lleva entre los cuernos. Esta vincha, adornada con monedas de plata y billetes, es el principal trofeo de la jornada y simboliza la ofrenda que el torero le hace a la Virgen. El ritual es un acto de valentía y devoción.

Casabindo es un pequeño poblado de 200 habitantes en la Puna jujeña, a 50 km de Abra Pampa. Un grupo de casas bajas del color de la tierra y una enorme iglesia, inmaculada y blanca, que se impone en medio del desierto. Allí convergen historias y leyendas, pruebas del profundo sincretismo en la región: el templo frente a la montaña sagrada, la resistencia del hijo del cacique en la colonia, la danza de los hombres pájaros, el toreo de la vincha.

Todo sintetizado en las fiestas patronales que se realizaron el 15 de agosto y a las que asistieron más de 5.000 visitantes -de todo el país y del extranjero- para presenciar las ofrendas a la "Virgen de los toros". El pueblo fue establecido a mediados del siglo XVI y es uno de los primeros asentamientos coloniales dentro del actual territorio argentino. "Los españoles encontraron oro y se quedaron aquí esclavizando a los moradores originarios -explica Eusebio Siares, miembro de la Comisión Pro Templo de Casabindo-. Aquí coexisten las creencias de quienes originalmente habitaban la región, junto con la fe católica que trajeron los colonizadores".

Siares recorre el templo preparando todo para la celebración. Un grupo de mujeres despliega con cuidado los atuendos de la Virgen y sus complementos, donados por los promesantes: accesorios de plata, fl ores y fuegos artificiales. También aportaron tres vestidos que serán cambiados a lo largo de la jornada. Para que la "Mamita Virgen reciba todas las ofrendas", cuenta Eusebio.

Doña Agustina Gutiérrez es la encargada de supervisar estos detalles. "La ropa debe ser blanca y celeste, porque ella es la Virgen de la Asunción de los Cielos -precisa-. Su cabellera esta hecha con 'chischirrutos'; así llamamos aquí al primer pelito que les sale a las niñas. Se deja crecer y cuando tienen tres o cuatro años se corta y se ofrenda a la Mamita", revela Agustina.

Luego, ella relata una leyenda. Hace más de cuatro siglos las vacas desaparecieron de los corrales. Todos los vecinos salieron a buscarlas y las encontraron en un paraje desértico, rodeando a la luminosa imagen de la Virgen. Es así que decidieron construir allí la colosal iglesia de Casabindo, a 3.700 metros sobre el nivel del mar, conocida como la "Catedral de la Puna".

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